Vivir como cabras (en el Festival de Jerash)

Vivir como cabras (en el Festival de Jerash)

Si me preguntas si volvería a Jordania, la respuesta es un rotundo sí, pero un sí condicionado por las fechas del Festival de Jerash.

Jerash, conocida también como «la cuidad de las 1001 columnas», es una de las ciudades romanas mejor conservadas del mundo y a tan solo media hora de Amán no tiene nada que envidiar ni al mismísimo Partenón. Si a este lugar espectacular en le añades un Festival de Música y Artes Creativas con prominentes artistas internacionales, el lugar vuelve a su época de resplandor bajo dominio romano.

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Tras tres años de ausencia durante los cuales el festival se sustituyó por el Festival de Jordania, un festival temático compuesto de diferentes eventos que se celebraban en lugares emblemáticos en todo el país a lo largo del año y que no acabó de cuajar, este año el festival vuelve a su origen. Desde el 15 de julio hasta el día 31 artistas de primer orden de China, Alemania, Palestina, Siria, Líbano, Alemania y otros muchos países harán que, el que es considerado el acontecimiento cultural más relevante de todo Oriente Medio desde su inauguración por la Reina Noor de Jordania en 1981 con el objeto de dar a conocer la cultura y creatividad jordana y árabe, vuelva a ser un éxito también este año.

Pero volvamos a la ciudad romana. Actualmente abierta al visitante previo pago de entrada, el lugar se te graba en la retina y crece en tu corazón con cada nuevo descubrimiento: calles empedradas, el templo de Artemisa, columnas que se mecen con el viento, anfiteatros romanos en perfecto estado de conservación y sofisticadísimos sistemas de desagüe conforman un conjunto arquitectónico que ha llevado a la UNESCO a valorar su designación como patrimonio histórico de la humanidad, con una sola condición: el Festival de Jerash debe de trasladarse a otro sitio ya que los escenarios, montajes y tiendas que se montan para el festival están deteriorando el patrimonio arquitectónico.

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Pero, ¿sería el Festival de Jerash lo mismo si se repartiesen los eventos por la ciudad? La respuesta, en mi opinión, es un no rotundo y los hechos lo confirman puesto que el Festival de Jordania no ha tenido el éxito del de Jerash. Quizá la solución pase por dejar que los eventos más emblemáticos se celebren en Jerash, controlando el número de tiendas y carpas que se montan y el número de visitantes que acceden al evento, porque al fin y al cabo, es responsabilidad de todos conservar este histórico lugar.

Y mientras continuamos con nuestra visita paseando por el Cardo, nombre de la avenida principal, que significa «corazón», admirando los capiteles de las columnas romanas, una cabra se cruza en tu camino… seguida de otra…y otra más… y de todo un rebaño, pastor incluido… y te preguntas si estás soñando, porque tampoco parece muy conveniente para la conservación de las ruinas que haya cabras pastando en Jerash.

Así que sí las cabras pueden pasearse y disfrutar de Jerash, yo quiero ser y estar como una cabra, aunque al mismo tiempo sea consciente de una serie de conceptos que no interesan a los animales que caminan a cuatro patas:

1. Lo primero y más importante: el lugar se debe preservar de la mejor manera posible bajo un programa de turismo sostenible, lo cual involucrará como mínimo una limitación al número de visitantes y actuaciones y quizás el tipo de actuaciones (por ejemplo estableciendo un máximo de decibelios, etc).

2. El festival es una importante fuente de ingresos para un país que no cuenta con los recursos naturales de sus países vecinos como Iraq, Irán o Arabia Saudita. La realidad, al igual que con la deforestación del Amazonas, es que la población local también tiene que comer y los países ricos tenemos que aceptar esta realidad aunque signifique que perdamos algunas de nuestras joyas históricas o tengamos un aire menos puro salvo que estemos dispuestos a subvencionar a estas economías locales.

3. Y por último, ¿para qué sirven las grandes obras de la humanidad si no podemos verlas y disfrutar de ellas?En el Louvre quiero ver las grandes obras originales, no unas fotos de unos cuadros guardados bajo llave para que solo las puedan ver los investigadores, los reyes y el Brad Pitt de turno. Yo me comprometo a no sacar fotos con flash, no tocar los cuadros, etc., pero nuestro legado es algo que nos pertenece a todos y asumiré con algo de resignación el que no pueda ver un lugar si el cupo de visitantes está cubierto.

Otro post que te puede interesar es Travel As A Form of Witness (the Consequences of Travel in Troubled Areas) en el que también tocamos el tema de las dudas que nos surgen a los turistas al visitar ciertos destinos turísticos.

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