
07 Jun La ruta alternativa a los iconos
Río de Janeiro es una ciudad «incomparavel«, pero ¿has visto la parte de la ciudad menos promocionada, y por lo tanto, conocida? ¿Te has adentrado alguna vez en las entrañas de una favela?
Los iconos nos atraen a todos: Nueva York – Times Square, MOMA, el Greenich Village, etc; París – Torre Eiffel, el Arco de Triunfo, etc; Rio – Pan de Azúcar, Corcovado, etc; Barcelona – la Sagrada Familia… Zonas bien, zonas ricas, zonas seguras con presencia policial, zonas preparadas para el turismo, etc. Puedes encontrar todo sobre estos destinos en las guías de papel u online y si preguntas «por ahí» seguro que encuentras a más de uno que las ha visitado en alguno de sus viajes.
¿Pero y qué pasa con las zonas menos trotadas de una ciudad? El Rio que todos conocemos, el de las películas con las playas de arena blanca y las garotas espectaculares jugando al volleyball, está rodeada por montañas en cuyas laderas se encuentran las llamadas favelas, o zonas pobres que no se rigen por las regulaciones urbanísticas oficiales sino por sus propias leyes, una especie de biosfera que se autorregula de manera independiente de lo que dicta el alcalde de la ciudad.
Desgraciadamente la proliferación de las drogas y las armas ha hecho de ellas un lugar poco seguro donde la esperanza de vida es considerablemente inferior al del resto de la cuidad. Esas favelas que tan bien se han reproducido en la película brasileña Cidade de Deus, muy recomendable para los amantes del cine tipo Tarantino y con un estomago a prueba de balas, nunca mejor dicho.
Yo he tenido el «placer» de visitar una de ellas y os puedo afirmar que hay vida dentro de ellas. Aunque no en primera línea de playa, sí hay garotas, y también garotos, ancianos y niños. Quizás faltan los monumentos, pero hay personas y una forma de vivir más local que no ha sido expuesta a las fuerzas de la globalización, y por ende, una forma de ser más autóctona e interesante que la que nos puede ofrecer el Kaká de turno. Digamos que es como pasar la frontera, saliendo de Rio para viajar al país de la favela donde las personas son más autóctonas, o como dirían ellos mismos, más cariocas.
Obviamente no se trata de un viaje que uno pueda realizar a pie, sin más y porque sí, para salirnos del itinerario que realiza el 100% de los que van a Rio. Hay que contratarlo, en grupos reducidos y a zonas que han sido seleccionadas de antemano por ofrecer mayores niveles de seguridad para el turista, lo cual no significa que no vayamos a ver más de un local armado hasta los dientes con rifles semiautomáticos más modernos que los que usa la propia policía.
Pero el viaje comienza cuando se cruza la frontera, donde no nos van a pedir pasaporte, pero donde los locales sí nos tienen que dar su «visto bueno» para visitar su ciudad. Los turistas desaparecen y eso significa que ahora podrás ver lo que no ven las masas, aquello que está explotado comercialmente por la sociedad, hasta la saciedad.
Pero tampoco tenemos que ir hasta Brasil para salirnos de las rutas comerciales para los turistas. Cuando uno coge la línea roja del metro de Chicago y va hacia el sur verá que el «melting pot», o mezcla de culturas y razas, deja de ser un término aplicable después de la parada de Chinatown cuando quedan únicamente los afroamericanos en los vagones del tren. Y no me refiero a una ciudad de negros como Harlem en Manhattan, que ya ha sido semi-reconquistada por los ricos que contiene entre otras cosas las oficinas del ex-presidente de EEUU Bill Clinton. Me refiero a una zona de negros, para negros, como si Chinatown marcase la frontera entre Chicago y Ghana. Al igual que en las favelas, desaparecen la opulencia y los monumentos, quedando en su lugar las personas, la música soul y el hip-hop, los restaurantes caribeños y un idioma difícilmente entendible por los extranjeros, el ebonics.
No voy a decir que un viaje a Chicago sin pasar por la zona sur sea un viaje incompleto ni mucho menos, pero si te apetece ver algo más que el «downtown» o los afroamericanos tipo Obama, hay que salirse de las rutas de siempre.
Y si aplicamos esto al resto del mundo veremos que quizás México no sea únicamente la Riviera Maya, o la India el Taj Mahal o Guatemala la Ciudad de Antigua.
Foto bajo licencia CC: web4camguy
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