En Turiskopio, también, somos viajeros

En Turiskopio, también, somos viajeros

Mi primer vuelo transoceánico lo hice 1974. Desde entonces he volado cientos de veces y visitado decenas de países. Recuerdo jugar con un niño en Marruecos antes de que los turistas extranjeros fuéramos un objetivo. Recuerdo ver una ceremonia vudú en Haití, antes de que el país se convirtiera en uno de los más pobres y peligrosos del continente americano. Recuerdo las lluvias tropicales de Puerto Rico antes de que un huracán se llevara todas las infraestructuras de la isla. Recuerdo visitar el Muro de Berlín cuando dividía a Alemania en dos, mucho antes de que se convirtiera en un lienzo para el street art. Recuerdo… bueno, muchos recuerdos.

Viajar me gusta… más bien me encanta. Es una de mis pasiones, una de esas pasiones que van a durar toda una vida (sí, en este caso puedo decir con un alto grado de confianza que puedo predecir el futuro). Yo soy turista. Siempre lo he sido y siempre lo seré.

Pero últimamente los turistas son, o somos, personas non-gratas, la causa de muchos de los males, un enemigo fácil de atacar. Y estoy de acuerdo, el turismo no es perfecto – podemos sacarle muchos defectos: contaminación, inflación de los precios locales, saturación de las calles y las zonas públicas, pérdida de la identidad local, etc.

PERO, ¿QUIÉN DECIDE QUIÉN PUEDE VIAJAR Y QUIÉN NO? ¿TÚ? ¿YO?

 
Y para centrar el tema, creo que lo mejor que podemos hacer es acudir a la propia de definición de viajero, que según la OMT «es toda persona que se desplaza entre dos lugares geográficos distintos por cualquier motivo y duración».

Por lo tanto, cuando uno de Bilbao disfruta de la playa en una localidad donde no vive, es un turista. Cuando un Bilbaíno va a Málaga a un congreso, es un turista. Y cuando alguien de Madrid decide ver en directo a las estrellas del cine en Donostia paseando por la alfombra roja, también es un turista. Dicho de otra manera, en el mundo desarrollado, literalmente el 100% de las personas somos turistas, de una forma u otra, de manera consciente o por efecto arrastre, le llamemos turismo o hacer una excursión de día para visitar a los abuelos.

Yo soy viajero, y probablemente tú también. Vamos a disfrutar juntos de este gran mundo.

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