El turista leproso: viajar con niños

El turista leproso: viajar con niños

Sobre el papel, y en base a los criterios de la economía capitalista, los comercios dan la bienvenida a todos los clientes: cuantos más mejor. Puedes venir tú, tu mujer y tu amante, los abuelos, los amigos, el vecino y hasta algún desconocido de la calle. Pero toda regla tiene alguna excepción, y en este caso ocurre cuando uno se presenta con niños pequeños.

Pero lo mejor de todo es que yo entiendo el porqué nos convertimos en turistas “non-gratas”: ruido, comida volando por los aires, empujones, peleas, bártulos por todas partes, destrozos, etc, etc, etc. ¿Quién quiere ir a una cena de San Valentín para tener a un grupo de churumbeles cantando a dos (o doscientas) voces la canción del Waka-Waka? ¿Quién quiere ir en un avión durante 10 horas al lado de un enano de 3 años? Personalmente, con los míos hasta el Everest y de vuelta, aunque con los de otras personas no lo tengo tan claro.

Pero lo que no entiendo es que no haya más negocios pensados para esas familias donde hay alegría desde las 7 am, 365 días al año. Somos un grupo muy grande, generalmente con niveles aceptables de ingresos ya que con edades que rondan de media entre 30 y 45 años tenemos una experiencia laboral que justifica un salario decente, nos gusta movernos en grupos de amigos que presentan los mismos «síntomas» y encima, somos consumidores cautivos porque necesitamos constantemente actividades para entretener a los menores.

Así que me pregunto yo, ¿por qué hay tan pocos hoteles que digan nuestro cliente objetivo eres tú, la familia feliz? Habitaciones sencillas, funcionales, algo más espaciosas y que estén diseñados para minimizar los peligros que rondan por todas partes. En el hotel habría, como alternativa a mojarse en la calle durante una tarde lluviosa, la típica sala de juegos con las típicas bolas de colores dentro de un recinto acolchonado, alguna mesa de ping-pong y quizás una zona para jugar a la petanca. Libros, televisiones con capítulos de Buggs Bunny (que viejo soy, ¿verdad?), un cambiador y una fuente de agua. Un paraíso hecho realidad.

Y si queremos salir del hotel en la recepción tienen panfletos con varias rutas y/o actividades interesantes por la zona que hagan que la familia feliz siga siendo, pues eso, una familia feliz: alquiler de bicicletas, rutas de diferentes niveles de dificultad, museos, parques, cines, etc. indicando claramente horarios y los días cuando están cerrados. Todo hecho y pensado en mí, el cliente con su familia feliz.

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Cuando volvemos al hotel nos apetece ir al restaurante porque hay interesantes menús pensados en mis hijos. Un suculento plato de salchichas con patatas bañadas en tomate frito, o espaguetis nadando en tomate frito o un delicioso bocata de chorizo Pamplona, sabiendo que nos espera ese super yogur o copa de helado como postre.

Con las panzas llenas volvemos a la habitación donde nos espera una chocolatina per cápita en la cama (incluyendo a los padres) y nos vamos todos juntos a la cama a ver un video de la Abeja Maya. Apagamos las luces y misión cumplida, los padres nos vamos hacia la zona de la cocina a hablar de lo bien que hemos pasado el día y de lo que nos espera al día siguiente: despertador humano a las 7 am…

Y lo que acabo de mencionar no aplica únicamente a hoteles. ¿Y qué pasa con los restaurantes y otros comercios? Todo el mundo se queja de los McDonalds y Burger Kings, pero la verdad es que son de los pocos que se dan cuenta del potencial de negocio que representamos las familias. Mis hijos son aún muy pequeños, pero sé que les va a encantar todo el rollo de menú para niños, con sus regalitos y platitos diseñados para personas como ellos. Y después de comer a jugar en el parque infantil. Lo cierto es que no suena tan mal y si encima me dices que hay algún cuidador la cosa empieza a ponerse muy pero que muy interesante. Dime dónde está y luego me dices cuanto cuesta.

Pero tenemos el problema de siempre – esto requiere un poco de imaginación y esfuerzo, un bien escaso por lo que veo. Esto significa que los comercios se quedan sin mi negocio porque no puedo entrar a una tienda sin tener que preocuparme de que mis hijos van a tirar una vajilla al suelo y yo me quedo sin esa alternativa B para pasar el fin de semana o mis vacaciones tipo «Con 8 Basta».

Antes de acabar este post me gustaría mencionar que sí hay alguna cadena que ha empezado a comercializar hoteles para familias, pero comercios tipo PyME, familiares y de tamaño más reducido son muy pocos.

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