El imperialismo cultural de EEUU no es lo que parece

El imperialismo cultural de EEUU no es lo que parece

A pesar de sus muchos defectos, EEUU ha sido la primera potencia mundial desde la Segunda Guerra Mundial tanto por su dominio militar, político, económico como cultural aunque las distancias se hayan estrechado en muchos aspectos. En este post analizaremos este último concepto ya que uno de los grandes alicientes del turismo es conocer cómo viven personas en otros lugares del planeta.

Militar = Boeing, Northrup Grummon, misiles nucleares y patriot, carrera espacial, etc.

Político = Obama y Clinton (nos saltamos el del medio por razones obvias y que Dios nos libre de esa tal Palin), miembro permanente del consejo de seguridad de la ONU, etc.

Económico = Exxon Mobil, Goldman Sachs, Warren Buffet, Google, etc.

Cultural = vaqueros, Coke y los arcos dorados de McDonalds son los tradicionales, pero ahora EEUU exporta otra cosa.

El dominio del «pop culture» made in USA no es el que todos pensamos, el que proviene del americano rubio, de ojos azules y de 1,90 de estatura tipo Brad Pitt. Hace ya muchos años que el «white anglo saxon protestant» o WASP no aporta casi nada con sus pantalones caquis, ocupando su lugar innovador los denominados afro-americanos / mulato-latinos. Obviamente los que ya tenemos alguna cana nos hemos incorporado a la cultura tradicional con nuestros trajes y corbatas pero en los más jóvenes veo constantemente trazas de un wannabe del «dat’s a cool car, yo!».

– la música: sí, a todos nos encanta la música clásica y el folk pero curiosamente casi nadie lo escucha, y no me refiero de pascuas a ramos. El rock & roll y el blues y todas sus variantes (rock duro, heavy, grunge, etc) provienen de la música negra. El hip-hop, el soul, el ska, el reggae, el jazz, la salsa, el rap y el pop moderno con el difunto Michael Jackson como rey tienen todos su origen también en esta minoría étnica. ¿Y dónde radica la diferencia? En el ritmo, la fuerza de la percusión, algo que nos incita a bailar y a pisar a fondo el acelerador mientras conducimos de Oñati a Bilbao. De no ser por estas aportaciones no tendríamos más que a Bethoveen y a la música celta, que aunque preciosos y quizás mucho más complicados (pocos se pueden comparar con un sordo capaz de componer una sinfonía), nunca suenan en los coches ni en los bares.

– la ropa: la ropa ancha, las gorras del revés, las playeras sin atar y los pantalones «demasiado» grandes y sin cinturón para que estén a punto de caer a cada paso que tanto vemos en la juventud europea que ha decidido incorporar esta forma de vestir con unos 20 años de retraso.

– y las relaciones sociales: la forma de andar de tipo duro, las distancias entre las personas que se alargan, la forma de hablar con un pseudo ebonics, los pendientes de diamantes de Lebron James (o imitaciones de 1000 duros) y muchas otras cosas sutiles que se han vuelto como en las películas, o dicho de otra forma, como en la cultura pop made in USA.

lebron_james

El ejemplo más ilustrativo lo tenemos en la película Cars de Walt Disney y que por cierto he visto ya unas 1000 veces con mis hijos. En una escena hay cuatro coches hiper-tuneados con música hip-hop a toda pastilla, hablando de «manera moderna» y que representan a los afro-americanos urbanos. Esto contrasta con los coches pueblerinos donde encarcelan al archiconocido Rayo McQueen y que no son, ni mucho menos, kool: tenemos ex-militares, los hippies, los ex-abogados y trabajadores de las oficinas, etc, es decir, personas que o no han sabido evolucionar desde la década de los 60 ó personas aburridas como son los padres cuarentones, los bancarios y los que trabajan en otras profesiones no relacionadas con la música, la moda o el deporte.

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Otros links que os pueden resultar de interés:

  1. El turismo idiomático
  2. El poder de las palabras

Foto bajo licencia CC (AdamL212)

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