El fenómeno Low Cost, o dicho de otra manera, cuanto más barato mejor

El fenómeno Low Cost, o dicho de otra manera, cuanto más barato mejor

Este es un relato basado en hechos reales. Hemos modificado los nombres por eso de que se dice el pecado pero no el pecador. ¿Con qué personaje te sientes identificad@?

Todo comienza con Pedro. Es funcionario y tiene un sueldo asegurado, aunque con la crisis haya perdido la paga extra de navidad. Piensa, y lo más probable que con razón, que cobra poco – seguro que un 50% menos de lo que se merece. ¿Cómo espera el estado que un padre de familia alimente 4 bocas con ese sueldo?

Cuando sale alguna oferta online tipo Groupon para hacer un viaje a precios verdaderamente «razonables» (por decirlo de alguna manera), comenta «será por pareja». Y la verdad, pedir que te den una noche de hotel con cena y spa incluido por unos 40€, se mire como se mire, es barato, tan barato que el comercio no cubre costes. Empleados, asesoría, limpieza, electricidad, etc. supone una carga financiera fija importante y aún más si el empresario también quiere dar de comer a su familia.

La dueña del hotel, María, lo tiene claro: a 40€ está regalando sus servicios. Quizás porque el hotel está vacío en unas fechas concretas o quiere promocionarlo en la web para aumentar su visibilidad, pero a largo (o medio) plazo esto es un suicidio.

María quiere una renovar su material promocional, y de paso, su imagen corporativa, pero claro, en tiempos de crisis y vendiendo habitaciones a 40€ quiere una oferta low cost, una de esas combinaciones perfectas de (muy) bueno, (muy) bonito y (muy) barato y pide una propuesta a una empresa de marketing.

«El querer pagar poco (o nada) por todo es como una droga. Crea adicción en la sociedad

El comercial de la empresa de marketing, Martín, sabe que tiene que ajustar precios… ya se lo ha dijo bien claro María cuando se reunieron para hablar sobre el proyecto, pero, ¿a qué le estamos llamando bajo? Por debajo del precio de coste una vez que tenemos en cuenta su tiempo en horas, el desplazamiento y el café durante la reunión, las horas que hay que computarle a la diseñadora y gastos fijos de la empresa (internet, ordenadores, impuestos, etc) es hacerse el harakiri, quizás junto con María con esos precios de 40€ por noche incluyendo una suculenta oferta de extras.

Y por último llega el estado, ese estado que no le paga un sueldo justo y digno a Pedro. Como Pedro gana su sueldito modesto y tanto el hotel como la empresa de marketing están en pérdidas los impuestos que recauda vuelven a caer, por séptimo año consecutivo a pesar de que la tasa de paro ha mejorado ligeramente.

En la última escena justo antes de que empiecen los créditos se le ve a Pedro sentado en un bar mirando una oferta en el periódico mientras se toma una cerveza artesanal: una noche de hotel con cena y spa incluido por 35€ (por persona) y se dice, «esto es demasiado caro, voy a esperar a que sean 50€ por pareja».

En España el efecto low cost nos va a pasar factura, durante muchos años. Precios y sueldos a la baja… una deflación real aunque los datos macroeconómicos que presenta el estado muestren una notable mejoría.

¿Cuánto es un sueldo digno? ¿Cúanto vale una noche en un hotel? ¿Cuánto vale una idea de marketing? La respuesta no son ni 1.000€ brutos al mes, ni 40€ la noche ni 30€ la hora, eso lo tengo claro. Hay que dar un servicio de calidad y cobrar por ello o de lo contrario nos encontramos en un círculo vicioso donde no gana nadie, donde la única variable que se valora es el precio, algo que nos lleva a una palabra que los economistas temen casi tanto como la recesión: la deflación.

Tenemos que obligarnos a volver a dar la relevancia que se merece el ratio de calidad/precio, porque si nadie se cuestiona que un Mercedes cuesta €50.000 tampoco debería extrañarnos el que una cerveza artesanal nos cueste más de €2.

La solución es un binomio calidad + diferenciación, es decir, un país donde todos los negocios sean vacas púrpuras, un país donde se cobra lo justo, se paga lo justo, y los sueldos y la renta disponible crecen.

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Imagen destacada bajo licencia CC: Evelio Sánchez

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