
10 Abr Cómo salir de una crisis
La mejor forma de salir de la crisis es evitar la propia (p@#%) crisis y para ello tenemos que aprender de nuestros errores.
Ahora no somos más que una variable de poco peso dentro de un proceso de ralentización de la economía mundial donde apenas tenemos margen de maniobra porque hemos enterrado a la peseta con lo que no podemos jugar con las devaluaciones, dependemos de otros países que también están en crisis para comprar nuestros productos y los inversores extranjeros nos llaman cerdos (bueno, la “S” de PIGS).
Vamos a empezar analizando los efectos de una crisis:
- Menos ingresos en las empresas, gobiernos y personas
- Menos ayudas del estado
- Menos gastos en servicios e inversiones en infraestructura
- Menos cotizaciones a la SS
- Pero, más parados
que se traducen en…
- Menos ingresos en las empresas, gobiernos y personas
- Menos ayudas del estado
- Menos gastos en servicios e inversiones en infraestructura
- Menos cotizaciones a la SS
- Pero, más parados
Es decir, un ciclo vicioso, un pez que se muerde la cola… un Déjà vu insaciable en el que es prácticamente imposible detener esta tendencia a la baja.
Si la solución pasa por anticiparse a las posibles futuras crisis, la pregunta del millón es, ¿pero cómo? La respuesta es preparándose y blindándose en los tiempos de bonanza económica con:
- ahorros, como hacían nuestros abuelos. Más claro agua. Por ejemplo, si tenemos una seguridad social que está financiada en un 210% tenemos un 110% de caída antes de entrar en déficit en esta materia.
- inversiones en infraestructura que generen valor en un futuro. El ladrillo, como hemos averiguado a posteriori, es un activo poco productivo que no genera nada (salvo un montón de transacciones en dinero B y un desvío de fondos públicos a manos de ayuntamientos/gobiernos corruptos).
«Cuando eliminas toda solución lógica a un problema, lo ilógico aunque imposible es invariablemente lo cierto» Sherlock Holmes
Pero en ausencia de estas dos opciones pro-activas, como es nuestro caso, tendremos que tirar de nuestros activos de valor añadido, de las industrias punteras donde tenemos una clara ventaja competitiva frente a otros países, y nuevamente el turismo es nuestro caballo ganador: sí, nuestra combinación de sol y playa, pero además nuestra arquitectura y nuestra gastronomía. Dicho de otra manera, en Londres el sol brilla por su ausencia, en Glasgow no hay un Alhambra y en todo el Reino Unido se come de pena. Por eso, España, a escasos kilómetros, es una meca con atractivos bien diferenciados que son difícilmente replicables en otros países.
Por lo tanto cada uno debe maximizar sus puntos fuertes con Alemania potenciando sus productos de alta calidad, Rusia sus reservas naturales y EEUU su consumo interno y espíritu innovador. Nosotros por nuestra parte, saldremos en gran medida ayudados por una industria que cada vez gana peso dentro del PIB.
Las claves son crear un turismo de calidad y sostenible. Con estos dos conceptos, tan sencillos sobre papel pero tan difíciles de implementar, nos aseguramos seguir siendo uno de los principales destinos turísticos del mundo a pesar de no tener el mismo exotismo cultural que atraía a Hemingway a los San Fermines tal y como mencionábamos en nuestro post «de la España cañí del ´74 al European Spain del 2012«. Y si adicionalmente unimos fuerzas y coorperamos para que 1 + 1 + 1 + 1 + 1 = 11.111 entonces aceleraremos este proceso de recuperación económica que tanto queremos.
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En agosto del 2010 nos lanzamos al charco diciendo que la crisis iba a durar por lo menos hasta el 2013. Sonaba muy pesimista en aquella fecha, pero con lo que se nos cae encima hasta igual he sido demasiado optimista.
Imagen destacada bajo licencia CC (Pedro Ribeiro Simoes).
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